Irremesible, se acerca ya el comienzo de la nueva temporada. En breve se conocerá su punto de partida. El lugar, el día y la hora de otra campaña cargada de retos, en la que el reto principal será prolongar todo lo grande que ya sucedió el año pasado. Es el sino de Perera, la marca de la casa: la superación constante. También su propia filosofía. Miguel Ángel no para de buscar en su fondo para comprobar lo que él sabe: que al techo le quedan aún varias alturas. Y es en el laboratorio del campo donde esa búsqueda es más intensa y continua. En ello está Miguel Ángel. No ha dejado de estarlo en todo el otoño-invierno. En torear. En no dejar de torear. Porque torear es como respirar. Como sentir. Como ser. Y en ello está el torero.
La galería de fotografías de Miguel López explica mejor que las palabras cómo está Perera. Su invierno. Su reposo sin parar. Su ánimo. Su forma. Su momento. Ése que dejó en modo pausa en la cumbre de Otoño en Las Ventas y que ya reactiva de cara al año taurino que está presto a comenzar. La forma que tendrá se irá viendo en breve. El fondo que puede tener ya se puede vislumbrar en las instantáneas que siguen abajo. Ese fondo sin fondo y sin techo que define el concepto pererista. Una vez más lo constató 2017 y lo puede multiplicar 2018. Ése es el reto. Se ve venir. Se ha visto ya en la íntima forja del campo por donde ha ido pasando Miguel Ángel. En Torrestrella y La Palmosilla. En lo de Juan Manuel Criado y en lo de Zacarías Moreno. Y en Parladé. Perera aguarda, vela sus armas, templa su pulso, aviva su latido. Torea.
Irremesible, se acerca ya el comienzo de la nueva temporada. En breve se conocerá su punto de partida. El lugar, el día y la hora de otra campaña cargada de retos, en la que el reto principal será prolongar todo lo grande que ya sucedió el año pasado. Es el sino de Perera, la marca de la casa: la superación constante. También su propia filosofía. Miguel Ángel no para de buscar en su fondo para comprobar lo que él sabe: que al techo le quedan aún varias alturas. Y es en el laboratorio del campo donde esa búsqueda es más intensa y continua. En ello está Miguel Ángel. No ha dejado de estarlo en todo el otoño-invierno. En torear. En no dejar de torear. Porque torear es como respirar. Como sentir. Como ser. Y en ello está el torero.
La galería de fotografías de Miguel López explica mejor que las palabras cómo está Perera. Su invierno. Su reposo sin parar. Su ánimo. Su forma. Su momento. Ése que dejó en modo pausa en la cumbre de Otoño en Las Ventas y que ya reactiva de cara al año taurino que está presto a comenzar. La forma que tendrá se irá viendo en breve. El fondo que puede tener ya se puede vislumbrar en las instantáneas que siguen abajo. Ese fondo sin fondo y sin techo que define el concepto pererista. Una vez más lo constató 2017 y lo puede multiplicar 2018. Ése es el reto. Se ve venir. Se ha visto ya en la íntima forja del campo por donde ha ido pasando Miguel Ángel. En Torrestrella y La Palmosilla. En lo de Juan Manuel Criado y en lo de Zacarías Moreno. Y en Parladé. Perera aguarda, vela sus armas, templa su pulso, aviva su latido. Torea.