Salamanca no es una plaza cualquiera en la vida de Miguel Ángel Perera. No lo es por lazos familiares, que le unen desde siempre y para siempre a una tierra que hace mucho tiempo ya que es también la suya. Pero no lo es también porque en Salamanca le tocó vivir uno de los episodios más duros de su vida, de esos que, quizá, no se olviden nunca. Y ello hace que, tal vez, en el fuero interno de ambos, entre la tierra y el torero hubiera una cuenta pendiente. Una cuenta de felicidad, de devolverse uno y otro lo que aún duela de aquel recuerdo del 15 de septiembre de 2015. Una deuda íntima que hoy quedó definitivamente saldada a tenor de la expresión del rostro de Miguel Ángel cuando salía tras cada tanda a Madrileño, el inmenso toro de El Vellosino que faltaba por aparecer como celestino de esta resolución pendiente. Esa expresión de plenitud, de honda satisfacción, de venir uno de sentirse desde su propia entraña, de regresar del abandono por un instante… Esa expresión como de volver uno después de haberse ido por entero detrás de su propia alma… Porque sólo al alma está reservado llegar tan lejos como hoy lo hizo Perera en el trazo infinito de cada uno de sus muletazos. ¡Qué pulso más intenso! ¡Qué combate más sincero, más a cuerpo a cuerpo, más desnudo! Qué forma de embestir del toro y qué forma de torear del torero. Cómo exigía tanta bravura y cómo respondía tanto toreo. Cada serie era un no va más, que se sabía cuándo empezaba, pero no si iba a terminar alguna vez. Porque Miguel Ángelplantaba la muleta por delante y Madrileño se iba tras ella para comérsela, a bocados, con los pitones buscándola tan por abajo que muchas veces rasgaban el velo del ruedo de La Glorieta y la hacían sangre. Giraba Miguel Ángel dominando semejante caudal de bravura y se envolvía el toro de El Vellosino alrededor del mando sin término de Perera mientras la plaza coreaba la gloria del torero y la vuelta a la vida para siempre también del toro. No hubo indulto, pero queda la memoria. La de Madrileño dándose por entero para explicar con su ansia combativa por qué existe esta fiesta, esta gran conmemoración de la vida y de la muerte que no tiene parangón ninguno y la emoción que ella provoca. Como la expresión de felicidad de Miguel Ángel Perera después de cuajar tan plenamente a uno de los grandes toros de su vida. 

Bueno fue también su primero, del mismo hierro. Un toro de excelente fondo, de mucha nobleza y calidad en su embestida que el diestro extremeño aprovechó en la misma medida para componer un trasteo preciso, exacto, impoluto a base de mando y de temple. Enorme el toreo a diestras, catedralicio, y sublimes las dos últimas tandas al natural, tan grandes, tan rotundas. Se adornó con manoletinas finales y cobró una estocada que le sirvió para cortar la primera oreja de la tarde. La tarde tras la que Salamancay Miguel Ángel Perera vuelven a mirar al fondo de los ojos porque saben que aquella cuenta pendiente ya está saldada…

Plaza de Toros de SALAMANCA. Media entrada. Se lidian toros de EL VELLOSINO

Salamanca no es una plaza cualquiera en la vida de Miguel Ángel Perera. No lo es por lazos familiares, que le unen desde siempre y para siempre a una tierra que hace mucho tiempo ya que es también la suya. Pero no lo es también porque en Salamanca le tocó vivir uno de los episodios más duros de su vida, de esos que, quizá, no se olviden nunca. Y ello hace que, tal vez, en el fuero interno de ambos, entre la tierra y el torero hubiera una cuenta pendiente. Una cuenta de felicidad, de devolverse uno y otro lo que aún duela de aquel recuerdo del 15 de septiembre de 2015. Una deuda íntima que hoy quedó definitivamente saldada a tenor de la expresión del rostro de Miguel Ángel cuando salía tras cada tanda a Madrileño, el inmenso toro de El Vellosino que faltaba por aparecer como celestino de esta resolución pendiente. Esa expresión de plenitud, de honda satisfacción, de venir uno de sentirse desde su propia entraña, de regresar del abandono por un instante… Esa expresión como de volver uno después de haberse ido por entero detrás de su propia alma… Porque sólo al alma está reservado llegar tan lejos como hoy lo hizo Perera en el trazo infinito de cada uno de sus muletazos. ¡Qué pulso más intenso! ¡Qué combate más sincero, más a cuerpo a cuerpo, más desnudo! Qué forma de embestir del toro y qué forma de torear del torero. Cómo exigía tanta bravura y cómo respondía tanto toreo. Cada serie era un no va más, que se sabía cuándo empezaba, pero no si iba a terminar alguna vez. Porque Miguel Ángelplantaba la muleta por delante y Madrileño se iba tras ella para comérsela, a bocados, con los pitones buscándola tan por abajo que muchas veces rasgaban el velo del ruedo de La Glorieta y la hacían sangre. Giraba Miguel Ángel dominando semejante caudal de bravura y se envolvía el toro de El Vellosino alrededor del mando sin término de Perera mientras la plaza coreaba la gloria del torero y la vuelta a la vida para siempre también del toro. No hubo indulto, pero queda la memoria. La de Madrileño dándose por entero para explicar con su ansia combativa por qué existe esta fiesta, esta gran conmemoración de la vida y de la muerte que no tiene parangón ninguno y la emoción que ella provoca. Como la expresión de felicidad de Miguel Ángel Perera después de cuajar tan plenamente a uno de los grandes toros de su vida. 

Bueno fue también su primero, del mismo hierro. Un toro de excelente fondo, de mucha nobleza y calidad en su embestida que el diestro extremeño aprovechó en la misma medida para componer un trasteo preciso, exacto, impoluto a base de mando y de temple. Enorme el toreo a diestras, catedralicio, y sublimes las dos últimas tandas al natural, tan grandes, tan rotundas. Se adornó con manoletinas finales y cobró una estocada que le sirvió para cortar la primera oreja de la tarde. La tarde tras la que Salamancay Miguel Ángel Perera vuelven a mirar al fondo de los ojos porque saben que aquella cuenta pendiente ya está saldada…

Plaza de Toros de SALAMANCA. Media entrada. Se lidian toros de EL VELLOSINO