Emergió una tarde más la ley de Perera, ésa que se impone más allá de las circunstancias que envuelve a cada faena. Ésa que trasluce el momento que vive un torero. Esta vez, en tarde ventosa y ante un lote de toros de distinta condición y a los que exprimió por igual. El primero se movió aunque de manera desigual. Paciente, le dio Miguel Ángel la lidia que requería en cuanto a terrenos, a distancias, a alturas, a toques. Y, claro, cuando le haces así las cosas a un toro que tiene buen fondo, éste lo termina sacando fuera. En esa paciencia de Perera –tantas veces expresada esta temporada- vive la seguridad de quien interpreta cada faena desde el poso de su estado de inspiración. Torea para sí y, al hacerlo, torea para todos. Pinchó en primera instancia y perdió la oreja que, al menos, tenía cortada.
Sí obtuvo las dos del quinto, un buen toro, que duró y con el que Miguel Ángel disfrutó, sobre todo, al natural. Construyó tandas de emotiva ligazón, de temple sostenido y de profundidad creciente que fueron calando cada vez más en el tendido. Mató de estocada certera e hizo posible la doble vuelta de llave que le abrió la puerta grande de Almagro, el mejor inicio posible para el sprint final de agosto que le aguarda en el tránsito de apenas unos días.
Emergió una tarde más la ley de Perera, ésa que se impone más allá de las circunstancias que envuelve a cada faena. Ésa que trasluce el momento que vive un torero. Esta vez, en tarde ventosa y ante un lote de toros de distinta condición y a los que exprimió por igual. El primero se movió aunque de manera desigual. Paciente, le dio Miguel Ángel la lidia que requería en cuanto a terrenos, a distancias, a alturas, a toques. Y, claro, cuando le haces así las cosas a un toro que tiene buen fondo, éste lo termina sacando fuera. En esa paciencia de Perera –tantas veces expresada esta temporada- vive la seguridad de quien interpreta cada faena desde el poso de su estado de inspiración. Torea para sí y, al hacerlo, torea para todos. Pinchó en primera instancia y perdió la oreja que, al menos, tenía cortada.
Sí obtuvo las dos del quinto, un buen toro, que duró y con el que Miguel Ángel disfrutó, sobre todo, al natural. Construyó tandas de emotiva ligazón, de temple sostenido y de profundidad creciente que fueron calando cada vez más en el tendido. Mató de estocada certera e hizo posible la doble vuelta de llave que le abrió la puerta grande de Almagro, el mejor inicio posible para el sprint final de agosto que le aguarda en el tránsito de apenas unos días.