20180805 elpuerto02
5 de agosto de 2018
EL PUERTO DE SANTA MARÍA
Temporada de VERANO
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
LA PALMOSILLA
El Fandi
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
OBRA CUMBRE EN EL PUERTO
 
Como si la tarde de Huelva del día anterior no hubiera finalizado, como si siguiera flotando en la nube de la felicidad plena por el indulto de Sereno, Miguel Ángel Perera arribó a El Puerto de Santa María para prolongar su momento delicioso y pleno de tantas cosas y compuso una obra bellísima ante un bravo toro de La Palmosilla, al que ya cuajó con el capote en un extraordinario quite por chicuelinas de manos tremendamente bajas como ya antes lo habían sido las verónicas del saludo. Sólo que en el quite, aún redujo un punto más el torero extremeño el paso del toro, al que lanceó así, al paso, quedándoselo en las palmas de las manos. Se lució Javier Ambel en banderillas y Perera se dio un festín de toreo, de su toreo, ante un gran toro que humilló una barbaridad. Como era pronto y fijo, lo lució ya en el péndulo y los pases cambiados por la espalda con que abrió la faena de muleta. El de La Palmosilla gateaba tras el mando poderoso de Miguel Ángel, exigente desde que embarcaba muy por delante hasta que soltaba para volver a embarcar en esa cadena de ochos tan pererista. Hubos dos series monumentales por el pitón derecho, técnicamente perfectas y estéticamente arrebatadoras, que desprendían aroma caro, muy caro. Los ecos de los oles largos del público retumbaban en el propio eco de cada derechazo. Al natural, se despachó a gusto también, muy abierto el compás y encajada la cintura sobre la que pivotaba todo el toreo de Perera inacabable porque parecía perderse en lo lejos que terminaba cada pase. Roto ya de embestir el toro, hizo amago de irse al final de la faena, pero lo retuvo Miguel Ángel en un broche de quietud alucinante que fue la culminación de tanto dominio. La estocada estuvo a la altura del conjunto todo y las dos orejas fueron incontestables.
 
 
Ninguna de las virtudes magnas que tuvo este primer toro siquiera se asomaron al segundo. Un astado imposible a todas las luces. Como vacío. Con diferencia, el más deslucido de la corrida. Sin raza y muy soso, que no dejó a Perera casi ni matarle.
 
 
Plaza de Toros de EL PUERTO DE SANTA MARÍA. Media entrada. Se lidian toros de LA PALMOSILLA
 
El Fandi: oreja y oreja
Sebastián Castella: ovación y ovación
Miguel Ángel Perera: dos orejas y silencio
 
 
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EL PUERTO DE SANTA MARÍA
Temporada de VERANO
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
LA PALMOSILLA
El Fandi
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
OBRA CUMBRE EN EL PUERTO
 
Como si la tarde de Huelva del día anterior no hubiera finalizado, como si siguiera flotando en la nube de la felicidad plena por el indulto de Sereno, Miguel Ángel Perera arribó a El Puerto de Santa María para prolongar su momento delicioso y pleno de tantas cosas y compuso una obra bellísima ante un bravo toro de La Palmosilla, al que ya cuajó con el capote en un extraordinario quite por chicuelinas de manos tremendamente bajas como ya antes lo habían sido las verónicas del saludo. Sólo que en el quite, aún redujo un punto más el torero extremeño el paso del toro, al que lanceó así, al paso, quedándoselo en las palmas de las manos. Se lució Javier Ambel en banderillas y Perera se dio un festín de toreo, de su toreo, ante un gran toro que humilló una barbaridad. Como era pronto y fijo, lo lució ya en el péndulo y los pases cambiados por la espalda con que abrió la faena de muleta. El de La Palmosilla gateaba tras el mando poderoso de Miguel Ángel, exigente desde que embarcaba muy por delante hasta que soltaba para volver a embarcar en esa cadena de ochos tan pererista. Hubos dos series monumentales por el pitón derecho, técnicamente perfectas y estéticamente arrebatadoras, que desprendían aroma caro, muy caro. Los ecos de los oles largos del público retumbaban en el propio eco de cada derechazo. Al natural, se despachó a gusto también, muy abierto el compás y encajada la cintura sobre la que pivotaba todo el toreo de Perera inacabable porque parecía perderse en lo lejos que terminaba cada pase. Roto ya de embestir el toro, hizo amago de irse al final de la faena, pero lo retuvo Miguel Ángel en un broche de quietud alucinante que fue la culminación de tanto dominio. La estocada estuvo a la altura del conjunto todo y las dos orejas fueron incontestables.
 
 
Ninguna de las virtudes magnas que tuvo este primer toro siquiera se asomaron al segundo. Un astado imposible a todas las luces. Como vacío. Con diferencia, el más deslucido de la corrida. Sin raza y muy soso, que no dejó a Perera casi ni matarle.
 
 
Plaza de Toros de EL PUERTO DE SANTA MARÍA. Media entrada. Se lidian toros de LA PALMOSILLA
 
El Fandi: oreja y oreja
Sebastián Castella: ovación y ovación
Miguel Ángel Perera: dos orejas y silencio
 
 
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