20180707 arevalo002
7 de julio de 2018
ARÉVALO
Feria de SAN VICTORINO
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
DOMINGO HERNÁNDEZ y GARCIGRANDE
Juan José Padilla
Morante de la Puebla
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
MANDO DE SEDA
 
Que un toro ande justo de fuerzas nunca es facilidad alguna para un torero, sino una condición más que administrar con las herramientas del oficio y de la técnica. Como el toro agresivo o violento, el bravo y el enrazado, también aquél que es noble pero al que su fondo le falla también tiene sus teclas que tocar. Las encontró Miguel Ángel Perera, que le puso un tacto de seda a su forma de desenvolverse y al tiempo de sus dos faenas. 
 
 
La primera nació al ralentí y fue fluyendo como de caricia en caricia desde el recibo mismo con el capote a la verónica. Suaves como la brisa, despaciosas, de bonito ritmo. Con el torero encajado pero sutil a la vez, bajando mucho las manos y dejándolas ir marcando el viaje mientras lo acompañaba. Igual sucedió en el quite por chicuelinas, donde el toreo con el percal de Perera parecía flotar. Creyó el diestro en las condiciones del ejemplar de Garcigrande, en su nobleza y prontitud, y se lo dejó venir de largo para cambiarlo por la espalda clavado en los mismo medios. Pero sin tirones, sino también así acompañando el buen son del astado. Pedía respiros, buen trazo, mimo y Miguel Ángel se lo dio sin dejar nunca de imponer su mando, su autoridad, en muletazos que nunca renunciaron a la profundidad y la largura que es condición sine quanon del concepto pererista. Lo alivió más en el remate de los naturales, más a media altura al soltarlo, pero igual de encajado en su nacimiento y en su nudo. Pulcritud y seda en el toreo del extremeño, que toreó a placer. Cobró una estocada entera tras la que el de Garcigrande hizo hilo con el torero, e incluso, le persiguió hasta las tablas. Fue su último impulso antes de morir. El palco le concedió la oreja a Miguel Ángel.
 
 
No tuvo fuerzas igual el sexto, pero tampoco clase. Fue éste un toro que no se empleó nunca y al que recetó la faena del temple que es armazón de tantas cosas. La muleta siempre muy puesta. Las muñecas atemperadas y, de nuevo, el mando que convence más que impone. Estuvo más generoso el hombre que el animal, que se fue apagando. Pinchó Perera antes de la estocada final y perdió, probablemente, su segunda oreja de la tarde que le habría dado la puerta grande.
 
 
Plaza de Toros de ARÉVALO. Tres cuartos de entrada. Se lidian toros de DOMINGO HERNÁNDEZ y GARCIGRANDE 
 
Juan José Padilla: palmas en el único que mató. Resultó herido en el cuarto
Morante de la Puebla: oreja y oreja  
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación
 
 
MIGU3829.JPG MIGU3842.JPG MIGU3858.JPG MIGU3913.JPG MIGU3917.JPG MIGU3930.JPG MIGU3931.JPG MIGU3936.JPG MIGU3937.JPG MIGU3947.JPG MIGU3967.JPG MIGU3970.JPG MIGU3972.JPG MIGU3979.JPG MIGU3994.JPG MIGU4007.JPG MIGU4013.JPG MIGU4017.JPG MIGU4050.JPG MIGU4059.JPG MIGU4060.JPG MIGU4076.JPG MIGU4079.JPG  
 

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7 de julio de 2018
ARÉVALO
Feria de SAN VICTORINO
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
DOMINGO HERNÁNDEZ y GARCIGRANDE
Juan José Padilla
Morante de la Puebla
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
MANDO DE SEDA
 
Que un toro ande justo de fuerzas nunca es facilidad alguna para un torero, sino una condición más que administrar con las herramientas del oficio y de la técnica. Como el toro agresivo o violento, el bravo y el enrazado, también aquél que es noble pero al que su fondo le falla también tiene sus teclas que tocar. Las encontró Miguel Ángel Perera, que le puso un tacto de seda a su forma de desenvolverse y al tiempo de sus dos faenas. 
 
 
La primera nació al ralentí y fue fluyendo como de caricia en caricia desde el recibo mismo con el capote a la verónica. Suaves como la brisa, despaciosas, de bonito ritmo. Con el torero encajado pero sutil a la vez, bajando mucho las manos y dejándolas ir marcando el viaje mientras lo acompañaba. Igual sucedió en el quite por chicuelinas, donde el toreo con el percal de Perera parecía flotar. Creyó el diestro en las condiciones del ejemplar de Garcigrande, en su nobleza y prontitud, y se lo dejó venir de largo para cambiarlo por la espalda clavado en los mismo medios. Pero sin tirones, sino también así acompañando el buen son del astado. Pedía respiros, buen trazo, mimo y Miguel Ángel se lo dio sin dejar nunca de imponer su mando, su autoridad, en muletazos que nunca renunciaron a la profundidad y la largura que es condición sine quanon del concepto pererista. Lo alivió más en el remate de los naturales, más a media altura al soltarlo, pero igual de encajado en su nacimiento y en su nudo. Pulcritud y seda en el toreo del extremeño, que toreó a placer. Cobró una estocada entera tras la que el de Garcigrande hizo hilo con el torero, e incluso, le persiguió hasta las tablas. Fue su último impulso antes de morir. El palco le concedió la oreja a Miguel Ángel.
 
 
No tuvo fuerzas igual el sexto, pero tampoco clase. Fue éste un toro que no se empleó nunca y al que recetó la faena del temple que es armazón de tantas cosas. La muleta siempre muy puesta. Las muñecas atemperadas y, de nuevo, el mando que convence más que impone. Estuvo más generoso el hombre que el animal, que se fue apagando. Pinchó Perera antes de la estocada final y perdió, probablemente, su segunda oreja de la tarde que le habría dado la puerta grande.
 
 
Plaza de Toros de ARÉVALO. Tres cuartos de entrada. Se lidian toros de DOMINGO HERNÁNDEZ y GARCIGRANDE 
 
Juan José Padilla: palmas en el único que mató. Resultó herido en el cuarto
Morante de la Puebla: oreja y oreja  
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación
 
 
MIGU3829.JPG MIGU3842.JPG MIGU3858.JPG MIGU3913.JPG MIGU3917.JPG MIGU3930.JPG MIGU3931.JPG MIGU3936.JPG MIGU3937.JPG MIGU3947.JPG MIGU3967.JPG MIGU3970.JPG MIGU3972.JPG MIGU3979.JPG MIGU3994.JPG MIGU4007.JPG MIGU4013.JPG MIGU4017.JPG MIGU4050.JPG MIGU4059.JPG MIGU4060.JPG MIGU4076.JPG MIGU4079.JPG  
 
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