31 de agosto de 2017
PALENCIA
Feria de SAN ANTOLÍN
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
MONTALVO
Enrique Ponce
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Cayetano
PERERA Y FIADO, OTRA CUMBRE EN LA TEMPORADA
Es como una especie de fórmula matemática infalible: Perera+Montalvo+Palencia = éxito asegurado. Además, a lo grande. Basta con recordar el gran acontecimiento del año pasado con el indulto del toro Catedrático a manos de Miguel Ángel justo diez años después de salvar la vida a otro toro en esta misma plaza. Y ha vuelto a pasar hoy. Se han juntado los tres parámetros de la suma y su resultado vuelve a ser positivo. Porque en Palencia, por San Antolín y ante un toro de Montalvo -Fiado-68 de nombre-, Perera ha compuesto una -otra- de sus grandes obras de la temporada. De ésas que, caído el invierno y el tiempo del recuerdo y del balance, se hablará y se escribirá. Una obra importante, resumen en gran parte de tantas virtudes que definen este año redondo y rotundo del diestro de Badajoz. Sobre todo, la capacidad, pero ésa que se sustenta sobre valores caros como el temple, la profundidad, la firmeza, la torería... El poso, en definitiva. Ese regusto que queda en el paladar del aficionado.
Fue ante el quinto de la tarde. Un toro al que ya con el capote disfrutó Miguel Ángel toreándolo muy despacio, hundido de cintura, con las manos descolgadas y derramándosele la naturalidad. Impecable como siempre la cuadrilla en la lidia y en banderillas, quedó el toro en ese punto de sazón ideal para el momento de Perera. Y no perdió tiempo éste, que empezó a construir su faena doblándose por bajo con el de Montalvo. Doblones que dejaron eco a su paso. Por hondos y por de verdad. Hubo exigencia, pero también medida. Como en las primeras tandas por el pitón derecho, cuando el torero se dejó venir muy de largo a su compañero de viaje para atemperarle éste llegado a su jurisdicción y soltarle en línea recta, alegrando y enseñando, sin forzar más de lo preciso. Más pidió Miguel Ángel por el izquierdo y el astado se le dio en un par de series al natural que tuvieron despaciosidad y, al mismo tiempo, la emoción y la intensidad de lo que brotaba sin parar. Fue introduciendo poco a poco el torero su natural economía de movimientos para asentar cada vez más su toreo sobre la firmeza de las piernas, el eje de su cintura y el vuelo de sus muñecas. Así hasta la traca final de la tanda de naturales por ambos pitones sin enmendar la posición un solo instante y enroscarse a Fiado sin solución de continuidad, como luego en unas muy ajustadas manoletinas de cierre. El broche fue una espléndida estocada que no dejaba lugar a la duda: dos orejas y otra página más a señalar en el libro de las cosas grandes de esta gran temporada de Miguel Ángel Perera.
Por esos mismos argumentos del poder, de la firmeza, del sólido oficio, de los resortes de la inteligencia y de la ambición cortó una oreja de su primer toro, que fue noble, pero poco más. Desrazado, salía desentendido de los trastos. Y eso que Perera lo trató para que le correspondiera de otra forma. Y hasta lo lució en el capote, pero el de Montalvo llevaba por dentro mucho menos que su hermano posterior. Muy por encima Miguel Ángel en este capítulo que fue el prólogo de la obra que vino luego. Otra cumbre en la temporada. El resultado inevitable cuando los sumandos son Perera, Palencia y Montalvo. Que siga el romance...
Plaza de Toros de PALENCIA. Dos tercios de plaza. Se lidian toros de MONTALVO
Enrique Ponce: silencio y dos orejas
Miguel Ángel Perera: oreja y dos orejas
Cayetano: silencio y palmas