20161214-zaragoza01mod
14 de octubre de 2016
ZARAGOZA
Feria de la VIRGEN DEL PILAR
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
LA PALMOSILLA y DANIEL RUIZ
MIGUEL ÁNGEL PERERA
José Garrido
Ginés Marín
 
  
EL AÑO ENTERO ANTE EL ESPEJO
 
Era la última y se pareció el argumento de esta tarde en El Pilar al del resto del año para Miguel Ángel Perera. Es decir, suerte infame con un alto porcentaje de los toros que tuvo enfrente y superioridad traducida en toreo de altos quilates con aquellos que, como el primero de hoy de La Palmosilla, tuvieron prestaciones de triunfo. Fue como un calco de una temporada completa. Como un reflejo. Como el año mismo puesto ante un espejo. Ya 2016 (en España) es historia para Perera. Una historia que no fue sencilla y sí exigente. Comprometida, también. Una prueba continua. Por de dónde se venía y por la carrera de obstáculos que fue el año en no pocos momentos. Obstáculos ya todos superados. Ya quedan atrás y hoy Miguel Ángel cierra su campaña española dejando la huella de un torero que, doce años después, sigue ahondando su concepto y su esencia. Como probó hoy de nuevo en la faena inteligente, honda y despaciosa que le cuajó al buen Tarifeño-78
 
Tuvo buen aire el de La Palmosilla. Se movió con brío. Fue y vino con alegría, incansable. Apuntaba buen fin, por eso lo cuidó todavía un poco más que siempre el de Badajoz en los primeros tercios. En el de banderillas lució, poderoso, Javier Ambel, que cuajó dos soberbios pares de banderillas, de ésos en los que el torero se rebosa, y saludó montera en mano. Como siempre, se dejó Perera al toro crudo en el caballo y se fue a esperarlo a la boca de riego para iniciar con pases cambiados por la espalda la faena de muleta. Aquello transmitía, tenía emoción y por eso el público se metió pronto en la faena. Por eso y por la templanza que llena la escena con que Miguel Ángel fue macerando lo que vino, por ejemplo, en la tercera tanda en redondos. Un puñado de derechazos largos por lo lejos que nacían, lo por abajo que fluían y lo más lejos todavía que terminaban. Y así, uno detrás de otro. Despacio, muy despacio. Toreando. Llevando toda la embestida del toro embebida de verdad. Curioso: fue ahí, cuando más le exigió el torero, cuando mejor respondió el toro. Se partió una pezuña el ejemplar de La Palmosilla y eso aminoró su juego. Con todo, Miguel Ángel le dio mucha pausa en justa correspondencia a lo que el toro le había dado hasta entonces. Tenía fondo y necesitaba aire para recuperarlo. Lo hizo y Perera le cuajó una serie soberbia al natural que concitó buena parte de las virtudes que alumbraron este año al toreo pererista: lentitud extrema, profundidad máxima, hondura que cala... Lo mató a la primera y Miguel Ángel Perera hizo suya la primera y única oreja de la tarde y la última de su campaña española.
 
El cuarto, Lechón-92, ya levantó sospechas desde su salida por lo feas de sus hechuras. Fue fiel a ellas y no tuvo un pase. Ni con el capote ni con la muleta. Picarlo fue una odisea porque el de Daniel Ruiz sentía apenas el palo y salía despavorido. Por eso tuvieron tanto mérito los dos pares de banderillas que se gastó Curro Javier. Comprometidos por lo incierta de la acometida del cinqueño largo, eficaces y valientes. Soberbios en conjunto. Otro monterazo más en una temporada enorme. Lo demás fue un cúmulo de imposibles. Lo intentó todo Miguel Ángel, en terrenos diferentes, a favor del toro y en su contraquerencia, con pacienca y sin desesperarse, buscando el menor resquicio por más que sólo recibiera a cambio la ingrata huida del toro, tan feo por dentro como por fuera. No fue broche justo a un año de tanto, pero, como en todo el año, por encima de todo, quedó la estela de un torero aún mejor que siempre. Macerado, madurado, ahondado, cuajado. Miguel Ángel, simplemente Perera...
 
 
Plaza de Toros de ZARAGOZA. Dos tercios de entrada. Se lidian dos toros de LA PALMOSILLA (primero y segundo) y cuatro de DANIEL RUIZ. 
 
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación
José Garrido:  ovación y silencio 
Ginés Marín: ovación y ovación 
  
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14 de octubre de 2016
ZARAGOZA
Feria de la VIRGEN DEL PILAR
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
LA PALMOSILLA y DANIEL RUIZ
MIGUEL ÁNGEL PERERA
José Garrido
Ginés Marín
 
  
EL AÑO ENTERO ANTE EL ESPEJO
 
Era la última y se pareció el argumento de esta tarde en El Pilar al del resto del año para Miguel Ángel Perera. Es decir, suerte infame con un alto porcentaje de los toros que tuvo enfrente y superioridad traducida en toreo de altos quilates con aquellos que, como el primero de hoy de La Palmosilla, tuvieron prestaciones de triunfo. Fue como un calco de una temporada completa. Como un reflejo. Como el año mismo puesto ante un espejo. Ya 2016 (en España) es historia para Perera. Una historia que no fue sencilla y sí exigente. Comprometida, también. Una prueba continua. Por de dónde se venía y por la carrera de obstáculos que fue el año en no pocos momentos. Obstáculos ya todos superados. Ya quedan atrás y hoy Miguel Ángel cierra su campaña española dejando la huella de un torero que, doce años después, sigue ahondando su concepto y su esencia. Como probó hoy de nuevo en la faena inteligente, honda y despaciosa que le cuajó al buen Tarifeño-78
 
Tuvo buen aire el de La Palmosilla. Se movió con brío. Fue y vino con alegría, incansable. Apuntaba buen fin, por eso lo cuidó todavía un poco más que siempre el de Badajoz en los primeros tercios. En el de banderillas lució, poderoso, Javier Ambel, que cuajó dos soberbios pares de banderillas, de ésos en los que el torero se rebosa, y saludó montera en mano. Como siempre, se dejó Perera al toro crudo en el caballo y se fue a esperarlo a la boca de riego para iniciar con pases cambiados por la espalda la faena de muleta. Aquello transmitía, tenía emoción y por eso el público se metió pronto en la faena. Por eso y por la templanza que llena la escena con que Miguel Ángel fue macerando lo que vino, por ejemplo, en la tercera tanda en redondos. Un puñado de derechazos largos por lo lejos que nacían, lo por abajo que fluían y lo más lejos todavía que terminaban. Y así, uno detrás de otro. Despacio, muy despacio. Toreando. Llevando toda la embestida del toro embebida de verdad. Curioso: fue ahí, cuando más le exigió el torero, cuando mejor respondió el toro. Se partió una pezuña el ejemplar de La Palmosilla y eso aminoró su juego. Con todo, Miguel Ángel le dio mucha pausa en justa correspondencia a lo que el toro le había dado hasta entonces. Tenía fondo y necesitaba aire para recuperarlo. Lo hizo y Perera le cuajó una serie soberbia al natural que concitó buena parte de las virtudes que alumbraron este año al toreo pererista: lentitud extrema, profundidad máxima, hondura que cala... Lo mató a la primera y Miguel Ángel Perera hizo suya la primera y única oreja de la tarde y la última de su campaña española.
 
El cuarto, Lechón-92, ya levantó sospechas desde su salida por lo feas de sus hechuras. Fue fiel a ellas y no tuvo un pase. Ni con el capote ni con la muleta. Picarlo fue una odisea porque el de Daniel Ruiz sentía apenas el palo y salía despavorido. Por eso tuvieron tanto mérito los dos pares de banderillas que se gastó Curro Javier. Comprometidos por lo incierta de la acometida del cinqueño largo, eficaces y valientes. Soberbios en conjunto. Otro monterazo más en una temporada enorme. Lo demás fue un cúmulo de imposibles. Lo intentó todo Miguel Ángel, en terrenos diferentes, a favor del toro y en su contraquerencia, con pacienca y sin desesperarse, buscando el menor resquicio por más que sólo recibiera a cambio la ingrata huida del toro, tan feo por dentro como por fuera. No fue broche justo a un año de tanto, pero, como en todo el año, por encima de todo, quedó la estela de un torero aún mejor que siempre. Macerado, madurado, ahondado, cuajado. Miguel Ángel, simplemente Perera...
 
 
Plaza de Toros de ZARAGOZA. Dos tercios de entrada. Se lidian dos toros de LA PALMOSILLA (primero y segundo) y cuatro de DANIEL RUIZ. 
 
Miguel Ángel Perera: oreja y ovación
José Garrido:  ovación y silencio 
Ginés Marín: ovación y ovación 
  
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