¡Música maestro!
En su primera cita con la Semana Grande bilbaína, Perera volvió a estar a la altura de su arrolladora temporada, levantando la expectación del exigente y entendido público vasco. Frente a una corrida sosa y sin transmisión, el torero puso y se expuso, encendiendo el gris ruedo con su toreo de fuego y voluntad. Una oreja de cada toro no fue suficiente para abrir la Puerta Grande, pero sí para volver el miércoles con más ganas aun de conquistar el norte entero tras los éxitos de Vitoria y San Sebastián.
Cuidó a su primer toro, noble pero de escasa fuerza, con tandas de largos respiros tras empezar con derechazos por alto desde la distancia. Basó su labor en profundos y largos muletazos con la diestra, sin nunca esforzar a un animal que ya se veía de poca duración. Muy a favor del toro siempre, le aprovechó desde la distancia para ir fijándole luego en la muleta, dejándole la cara tapada para poder ligar a gusto unas series acompasadas de gran vibración y hondura. Otra tanda más y música maestro! El paso doble acompañó una serie de naturales muy largos y de gran mérito por las protestas del astado por ese lado. Perera al perderle pasos estuvo a gusto antes de volver a montar la muleta y, al caerse accidentalmente al suelo, tuvo la sangre fría al quitarse sólo el animal de encima con un providencial muletazo en tierra. Aguantó los parones y las incertidumbres del toro, antes de irse a por la espada y clavar una estocada contundente que le valió para colorear de blanco los tendidos de Vista Alegre.
Otra oreja paseó al estoquear el último toro del festejo, un colorado bien presentado pero de poco fondo, tras una labor marcada por el valor y la inteligencia. Muy cadencioso y pausado, firmó dos tandas de importantes derechazos, perfectos por ligazón y temple, que volvieron a animar banda y tendidos. Otra vez más supo remediar a la falta de entrega del animal, sobre todo por el lado izquierdo, intercalando sus muletazos con emoción y verdad. Recortó distancia al final de la faena, desplegando la muleta en la cara del burel y exprimiendo las últimas embestidas de su adversario con circulares invertidos rematados con el de pecho.
Semana Grande de Bilbao, 3° de Feria. Casi Lleno. Toros de Jandilla, correctos de presentación, de escaso juego y deslucidos en la muleta. El primero y el segundo resultaron los de más de transmisión.
- Morante de la Puebla: silencio tras aviso y silencio
- El Cid: oreja y silencio
- Miguel Á. Perera: oreja y oreja
¡Música maestro!
En su primera cita con la Semana Grande bilbaína, Perera volvió a estar a la altura de su arrolladora temporada, levantando la expectación del exigente y entendido público vasco. Frente a una corrida sosa y sin transmisión, el torero puso y se expuso, encendiendo el gris ruedo con su toreo de fuego y voluntad. Una oreja de cada toro no fue suficiente para abrir la Puerta Grande, pero sí para volver el miércoles con más ganas aun de conquistar el norte entero tras los éxitos de Vitoria y San Sebastián.
Cuidó a su primer toro, noble pero de escasa fuerza, con tandas de largos respiros tras empezar con derechazos por alto desde la distancia. Basó su labor en profundos y largos muletazos con la diestra, sin nunca esforzar a un animal que ya se veía de poca duración. Muy a favor del toro siempre, le aprovechó desde la distancia para ir fijándole luego en la muleta, dejándole la cara tapada para poder ligar a gusto unas series acompasadas de gran vibración y hondura. Otra tanda más y música maestro! El paso doble acompañó una serie de naturales muy largos y de gran mérito por las protestas del astado por ese lado. Perera al perderle pasos estuvo a gusto antes de volver a montar la muleta y, al caerse accidentalmente al suelo, tuvo la sangre fría al quitarse sólo el animal de encima con un providencial muletazo en tierra. Aguantó los parones y las incertidumbres del toro, antes de irse a por la espada y clavar una estocada contundente que le valió para colorear de blanco los tendidos de Vista Alegre.
Otra oreja paseó al estoquear el último toro del festejo, un colorado bien presentado pero de poco fondo, tras una labor marcada por el valor y la inteligencia. Muy cadencioso y pausado, firmó dos tandas de importantes derechazos, perfectos por ligazón y temple, que volvieron a animar banda y tendidos. Otra vez más supo remediar a la falta de entrega del animal, sobre todo por el lado izquierdo, intercalando sus muletazos con emoción y verdad. Recortó distancia al final de la faena, desplegando la muleta en la cara del burel y exprimiendo las últimas embestidas de su adversario con circulares invertidos rematados con el de pecho.
Semana Grande de Bilbao, 3° de Feria. Casi Lleno. Toros de Jandilla, correctos de presentación, de escaso juego y deslucidos en la muleta. El primero y el segundo resultaron los de más de transmisión.
- Morante de la Puebla: silencio tras aviso y silencio
- El Cid: oreja y silencio
- Miguel Á. Perera: oreja y oreja