Viernes, 3 de octubre de 2008
DANIEL HERNANZ - burladero.com
MADRID | Perera, con dos cojones, figurón del toreo (Video, 25 Crónicas, Declaraciones y Fotos)
¡Qué tarde de toros sin toros ha dado Perera en Madrid! ¡Que dos pelotas, que torerazo, que figurón! Pese a ello, no merecía una temporada sin mácula como la del extremeño un final tanto más épico que estético, tan desproporcionado. A lo sumo, las dos, épica y estética, a partes iguales. Pero no, ninguno de los cinco toros rompió a embestir (al contrario) aunque a todo y a todos se impuso Perera con la sinceridad, la entrega y el valor como pilares.
Valor seco, con el que se nace y no se hace, para torear. Raza de figurón y dos muy grandes y muy bien puestos. Esos mismos dos que a punto estuvo de arrancarle el segundo, esos que le hicieron salir al tercero con la bolsa escrotal recién cosida, los mismos también que le hicieron aguantar miradas, radiografías, parones y dudas sobre todo de segundo y cuarto, esos que no le permitieron aburrirse pese al ambiente gélido al principio, envenenado de parte de un sector más adelante y rendido al torero al final cuando caían sombreros mientras Perera, que dio la vuelta a una tarde con más pendiente que el Puerto del Angliru, cruzaba el ruedo impasible y cojo.
Muchos, ciegos, necesitaron como Santo Tomás de un muslo abierto por dos cornalones donde meter el dedo. Tocar y ver para creer porque no hubo fuegos artificiales, ni demasiado repertorio capotero, ni banderillas, ni largas cambiadas... Todo chicha, todo fundamental.
Ya al primero enseñó el torero a lo que venía y cómo venía a Madrid. Muy tranquilo, encontró la altura a un toro noble y con calidad aunque bajo de raza y fuerza que pronto amagó con rajarse. Tras confiarlo el torero, apostó Perera por exigir al toro y dejar su tarjeta de visita en alguna serie sustancial y de mano baja por uno y otro lado. El toro, lo acusó y echó el cierre.
Al segundo, como a casi toda la corrida, se lo dejó crudo. El toro, reservón, se lo guardaba todo y sorprendía en la muleta. Perera, como un junco, ni parpadeaba, daba el pecho y echaba la muleta adelante como si tuviera enfrente un toro bueno. Sin alardes, tratando de hacer el toreo sin importarle el material. Al final, el toro se salió con la suya y lo cazó al entrar a matar, sacándole los testículos de la bolsa. Como si nada, se tapó Perera con una toalla y caminó hacia la enfermería. Ahí paró la corrida y de nuevo un volver a empezar cuando el torero asomó al ruedo tras casi media hora. No hubo ovación atronadora, si acaso tímida, y Perera a lo suyo, sin aburrirse.
El tercero, justo de fuerzas también, fue molesto al principio. Gazapón y pegajoso, sin entregarse nunca. Perera lo fue confiando hasta dejársela en la cara, sin perder un paso y ligando series intensas de toreo largo y bello. Se entregó el público, sin exageraciones, pero pareció entrar en la corrida entonces. ¡Por fin! Sonó un aviso toreando, como todos los que le cayeron, pero no tenía prisa Perera que mató la corrida de cinco espadazos, unos mejor colocados que otro, pero cinco puñetazos fueron. Primera oreja y primera recompensa a un esfuerzo que duraba ya casi hora y media.
Con el cuarto llegó lo más importante, por dimensión del torero y condición del toro que fue descompuesto y muy desclasado, con peligro incluso ante una apuesta semejante a la del extremeño. Firme en superlativo Perera, aguantó y tragó lo indecible, sin darse importancia tampoco, para terminar imponiéndose en cercanías. Ahora sí rompió de verdad la plaza, a lo grande, consciente y sensible a la tarde de toros y la demostración que estaban presenciando. El final por bernadinas, ceñídisimo también, fue la guinda a una actuación cuasi perfecta.
Luego, cuando comenzaba faena con ayudados por alto al quinto, el torero ni tocó ni rectificó ante una embestida que vino vencida ya en el muletazo anterior y voló por los aires con dos tabacos gordos encima. Aguantó en auténtica heroicidad Perera, pasó al toro y sacó alguna serie meritoria por el lado derecho sin casi poder aguantar de pie. El final, con el torero entrando en la enfermería acompañado de su cuadrilla y veinticuatromil almas entregadas, cada uno de los que allí lo vivieron se lo guardará para sí.
La tarde, maldita desde el comienzo, no sorprendió cuando enseñó el premio que tenía reservado a Perera en forma de sobrero de Fuente Ymbro, encastado y noble el toro. Con mucha importancia y un pitón derecho para reventar Madrid. Made in Gallardo. No estaba de Dios y el sobresaliente Saleri bastante tuvo con aguantar allí.
Las Ventas (Madrid). Viernes 3 de octubre. 2ª Feria de Otoño. Lleno de 'no hay billetes'.
Dos toros de Valdefresno (1º) bien presentado, noble aunque justo de fuerzas y (5º), desrazado; uno de Toros de Cortés (2º), bien presentado, reservón y complicado, uno de El Puerto de San Lorenzo (3º), bien presentado, noble aunque justo de fuerzas, uno de Victoriano del Río (4º), bien presentado e incierto de juego. Uno de Fuente Ymbro (6º bis) de gran juego.
Miguel Ángel Perera, en solitario, palmas, palmas tras aviso, oreja tras aviso, oreja tras aviso y oreja.
El sobresaliente David Saleri, silencio tras aviso.
Viernes, 3 de octubre de 2008
DANIEL HERNANZ - burladero.com
MADRID | Perera, con dos cojones, figurón del toreo (Video, 25 Crónicas, Declaraciones y Fotos)
¡Qué tarde de toros sin toros ha dado Perera en Madrid! ¡Que dos pelotas, que torerazo, que figurón! Pese a ello, no merecía una temporada sin mácula como la del extremeño un final tanto más épico que estético, tan desproporcionado. A lo sumo, las dos, épica y estética, a partes iguales. Pero no, ninguno de los cinco toros rompió a embestir (al contrario) aunque a todo y a todos se impuso Perera con la sinceridad, la entrega y el valor como pilares.
Valor seco, con el que se nace y no se hace, para torear. Raza de figurón y dos muy grandes y muy bien puestos. Esos mismos dos que a punto estuvo de arrancarle el segundo, esos que le hicieron salir al tercero con la bolsa escrotal recién cosida, los mismos también que le hicieron aguantar miradas, radiografías, parones y dudas sobre todo de segundo y cuarto, esos que no le permitieron aburrirse pese al ambiente gélido al principio, envenenado de parte de un sector más adelante y rendido al torero al final cuando caían sombreros mientras Perera, que dio la vuelta a una tarde con más pendiente que el Puerto del Angliru, cruzaba el ruedo impasible y cojo.
Muchos, ciegos, necesitaron como Santo Tomás de un muslo abierto por dos cornalones donde meter el dedo. Tocar y ver para creer porque no hubo fuegos artificiales, ni demasiado repertorio capotero, ni banderillas, ni largas cambiadas... Todo chicha, todo fundamental.
Ya al primero enseñó el torero a lo que venía y cómo venía a Madrid. Muy tranquilo, encontró la altura a un toro noble y con calidad aunque bajo de raza y fuerza que pronto amagó con rajarse. Tras confiarlo el torero, apostó Perera por exigir al toro y dejar su tarjeta de visita en alguna serie sustancial y de mano baja por uno y otro lado. El toro, lo acusó y echó el cierre.
Al segundo, como a casi toda la corrida, se lo dejó crudo. El toro, reservón, se lo guardaba todo y sorprendía en la muleta. Perera, como un junco, ni parpadeaba, daba el pecho y echaba la muleta adelante como si tuviera enfrente un toro bueno. Sin alardes, tratando de hacer el toreo sin importarle el material. Al final, el toro se salió con la suya y lo cazó al entrar a matar, sacándole los testículos de la bolsa. Como si nada, se tapó Perera con una toalla y caminó hacia la enfermería. Ahí paró la corrida y de nuevo un volver a empezar cuando el torero asomó al ruedo tras casi media hora. No hubo ovación atronadora, si acaso tímida, y Perera a lo suyo, sin aburrirse.
El tercero, justo de fuerzas también, fue molesto al principio. Gazapón y pegajoso, sin entregarse nunca. Perera lo fue confiando hasta dejársela en la cara, sin perder un paso y ligando series intensas de toreo largo y bello. Se entregó el público, sin exageraciones, pero pareció entrar en la corrida entonces. ¡Por fin! Sonó un aviso toreando, como todos los que le cayeron, pero no tenía prisa Perera que mató la corrida de cinco espadazos, unos mejor colocados que otro, pero cinco puñetazos fueron. Primera oreja y primera recompensa a un esfuerzo que duraba ya casi hora y media.
Con el cuarto llegó lo más importante, por dimensión del torero y condición del toro que fue descompuesto y muy desclasado, con peligro incluso ante una apuesta semejante a la del extremeño. Firme en superlativo Perera, aguantó y tragó lo indecible, sin darse importancia tampoco, para terminar imponiéndose en cercanías. Ahora sí rompió de verdad la plaza, a lo grande, consciente y sensible a la tarde de toros y la demostración que estaban presenciando. El final por bernadinas, ceñídisimo también, fue la guinda a una actuación cuasi perfecta.
Luego, cuando comenzaba faena con ayudados por alto al quinto, el torero ni tocó ni rectificó ante una embestida que vino vencida ya en el muletazo anterior y voló por los aires con dos tabacos gordos encima. Aguantó en auténtica heroicidad Perera, pasó al toro y sacó alguna serie meritoria por el lado derecho sin casi poder aguantar de pie. El final, con el torero entrando en la enfermería acompañado de su cuadrilla y veinticuatromil almas entregadas, cada uno de los que allí lo vivieron se lo guardará para sí.
La tarde, maldita desde el comienzo, no sorprendió cuando enseñó el premio que tenía reservado a Perera en forma de sobrero de Fuente Ymbro, encastado y noble el toro. Con mucha importancia y un pitón derecho para reventar Madrid. Made in Gallardo. No estaba de Dios y el sobresaliente Saleri bastante tuvo con aguantar allí.
Las Ventas (Madrid). Viernes 3 de octubre. 2ª Feria de Otoño. Lleno de 'no hay billetes'.
Dos toros de Valdefresno (1º) bien presentado, noble aunque justo de fuerzas y (5º), desrazado; uno de Toros de Cortés (2º), bien presentado, reservón y complicado, uno de El Puerto de San Lorenzo (3º), bien presentado, noble aunque justo de fuerzas, uno de Victoriano del Río (4º), bien presentado e incierto de juego. Uno de Fuente Ymbro (6º bis) de gran juego.
Miguel Ángel Perera, en solitario, palmas, palmas tras aviso, oreja tras aviso, oreja tras aviso y oreja.
El sobresaliente David Saleri, silencio tras aviso.