Tentadero para disfrutar en El Ventorrillo

Pasada Sevilla, y a las puertas del compromiso más próximo de este sábado en Trujillo, el viaje a México para torear en la Feria de Aguascalientes y la cita en Nimes por Pentecostés, Miguel Ángel Perera mira ya al horizonte inminente con Madrid como gran referencia. San Isidro es siempre un antes y un después en la temporada de cualquier torero, también de aquéllos que, como el pacense, están instalados en la parte noble del toreo. Madrid es Madrid y cada año es una reválida en la que, en el caso de Miguel Ángel, toca renovar todo lo conseguido y aspirar a escribir más hitos en la primera plaza del mundo.

 

Por eso ni hay ni puede haber tregua en la preparación del torero. El entrenamiento lo abarca todo: el ámbito de lo técnico, pero también el de la mentalización, el del refuerzo en las posibilidades de uno mismo, por supuesto, también en lo físico y hasta en lo espiritual. Cada tarde de toros, un torero se necesita por entero, en plenas facultades de todo lo que es y de todo a lo que aspira. Y Madrid, reconquistarla, siempre se cuenta entre las aspiraciones de alguien como Perera. Pues casi a las puertas de Madrid y a mitad de camino hacia Albacete y su primera toma de contacto con la realidad de Asprona y de la gran cita del 4 de junio próximo, Miguel Ángel hizo parada en El Ventorrillo para tentar. Para mantener vivo el pulso y el tacto de la temporada recién comenzada, para seguir buscando en ese pozo de sí mismo que tanto motiva a los toreros, en esa forja silenciosa del campo: solos el hombre ante la bravura, sus incógnitas y su misterio que desvelar.

 

Y toreó Perera muy por abajo, pero muy vertical también. Acariciando a la vez que exigiendo. Toreando desde el cite y hasta la salida misma de cada serie. Toreando hasta en el desplante, que lo es después de terminar de conducir la embestida. Investigando también con el capote. Siempre se dijo que una imagen vale por mil palabras. Las imágenes de Miguel López relatan mejor que todas las palabras juntas cómo toreó Miguel Ángel Perera en El Ventorrillo, a las puertas de Madrid...

 

 

20160428-ventorrillo10.jpg 20160428-ventorrillo11.jpg 20160428-ventorrillo12.jpg 20160428-ventorrillo13.jpg 20160428-ventorrillo14.jpg 20160428-ventorrillo15.jpg 20160428-ventorrillo16.jpg 20160428-ventorrillo18.jpg 20160428-ventorrillo20.jpg

 

Tentadero para disfrutar en El Ventorrillo

Pasada Sevilla, y a las puertas del compromiso más próximo de este sábado en Trujillo, el viaje a México para torear en la Feria de Aguascalientes y la cita en Nimes por Pentecostés, Miguel Ángel Perera mira ya al horizonte inminente con Madrid como gran referencia. San Isidro es siempre un antes y un después en la temporada de cualquier torero, también de aquéllos que, como el pacense, están instalados en la parte noble del toreo. Madrid es Madrid y cada año es una reválida en la que, en el caso de Miguel Ángel, toca renovar todo lo conseguido y aspirar a escribir más hitos en la primera plaza del mundo.

 

Por eso ni hay ni puede haber tregua en la preparación del torero. El entrenamiento lo abarca todo: el ámbito de lo técnico, pero también el de la mentalización, el del refuerzo en las posibilidades de uno mismo, por supuesto, también en lo físico y hasta en lo espiritual. Cada tarde de toros, un torero se necesita por entero, en plenas facultades de todo lo que es y de todo a lo que aspira. Y Madrid, reconquistarla, siempre se cuenta entre las aspiraciones de alguien como Perera. Pues casi a las puertas de Madrid y a mitad de camino hacia Albacete y su primera toma de contacto con la realidad de Asprona y de la gran cita del 4 de junio próximo, Miguel Ángel hizo parada en El Ventorrillo para tentar. Para mantener vivo el pulso y el tacto de la temporada recién comenzada, para seguir buscando en ese pozo de sí mismo que tanto motiva a los toreros, en esa forja silenciosa del campo: solos el hombre ante la bravura, sus incógnitas y su misterio que desvelar.

 

Y toreó Perera muy por abajo, pero muy vertical también. Acariciando a la vez que exigiendo. Toreando desde el cite y hasta la salida misma de cada serie. Toreando hasta en el desplante, que lo es después de terminar de conducir la embestida. Investigando también con el capote. Siempre se dijo que una imagen vale por mil palabras. Las imágenes de Miguel López relatan mejor que todas las palabras juntas cómo toreó Miguel Ángel Perera en El Ventorrillo, a las puertas de Madrid...

 

 

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