Indulto de Perera en Albacete

31 de mayo de 2002. Plaza de toros de Granada. Un toro. Un torero. Y el milagro. Ese milagro que hace prevalecer la vida frente a la muerte, tan única, tan verdadera. Pero aplazable en algunas tardes de toros, como aquella de hace ya doce años largos, cuando David Fandila, El Fandi, supo entender las condiciones de un ejemplar maravilloso para mostrarlas a un público soberano que pidió, a voz en grito, el indulto del animal, que finalmente fue concedido. 
 
 
Desde entonces, "Cortesano" -que así se llama el toro-, vive en los pastos albaceteños. Allí tranquilo pasa sus días, mientras en él no se agota el germen del misterio de la nobleza, de la raza, de la bravura, de esos matices que hacen que un ganadero mantenga la ilusión intacta, a pesar de los sobresaltos del día a día. Por eso lucha, y en esto se apoya, un Daniel Ruiz orgulloso de un semental clave en su casa. Y es que Cortesano ha dado unos frutos esplendorosos, claves también en la trayectoria de un torero: Miguel Ángel Perera, para quien Lanudo, Calabrés y Pescadero han pasado a formar, con nombre propio y en mayúsculas, parte de su historia.
 
 
La primera vez que Perera indultó a un hijo de Cortesano fue en Algeciras, el 26 de julio de 2010. A esta tarde magistral hubo de sumársele, la temporada pasada, la de Beziers (Francia), donde se encontraron CalabrésPerera, cuyo tándem creó una de las tardes más importantes para la afición gala en 2012. La Diosa Fortuna, caprichosa -como todas las grandes damas de la mitología-, ha querido que no acabara el idilio entre la sangre de CortesanoMiguel Ángel Perera. Ayer, sólo ayer, la tauromaquia volvió a sumar un renglón más en la parte más grandiosa de su arte, en esa incuestionable verdad que se crea cuando un torero rompe las reglas de la razón y logra hacer perder el sentido a quienes ven, desde el tendido, la grandeza de formar parte de un momento mágico.
 
 
Ayer Albacete, la gran feria de septiembre, fue el escenario perfecto para que la fiesta de los toros fuera, si cabe, más grande. Toros como Pescadero son capaces de hacer una ganadería, mientras toreros como Miguel Ángel Perera son claves para que estos animales sigan creando vida. 
 

Indulto de Perera en Albacete

31 de mayo de 2002. Plaza de toros de Granada. Un toro. Un torero. Y el milagro. Ese milagro que hace prevalecer la vida frente a la muerte, tan única, tan verdadera. Pero aplazable en algunas tardes de toros, como aquella de hace ya doce años largos, cuando David Fandila, El Fandi, supo entender las condiciones de un ejemplar maravilloso para mostrarlas a un público soberano que pidió, a voz en grito, el indulto del animal, que finalmente fue concedido. 
 
 
Desde entonces, "Cortesano" -que así se llama el toro-, vive en los pastos albaceteños. Allí tranquilo pasa sus días, mientras en él no se agota el germen del misterio de la nobleza, de la raza, de la bravura, de esos matices que hacen que un ganadero mantenga la ilusión intacta, a pesar de los sobresaltos del día a día. Por eso lucha, y en esto se apoya, un Daniel Ruiz orgulloso de un semental clave en su casa. Y es que Cortesano ha dado unos frutos esplendorosos, claves también en la trayectoria de un torero: Miguel Ángel Perera, para quien Lanudo, Calabrés y Pescadero han pasado a formar, con nombre propio y en mayúsculas, parte de su historia.
 
 
La primera vez que Perera indultó a un hijo de Cortesano fue en Algeciras, el 26 de julio de 2010. A esta tarde magistral hubo de sumársele, la temporada pasada, la de Beziers (Francia), donde se encontraron CalabrésPerera, cuyo tándem creó una de las tardes más importantes para la afición gala en 2012. La Diosa Fortuna, caprichosa -como todas las grandes damas de la mitología-, ha querido que no acabara el idilio entre la sangre de CortesanoMiguel Ángel Perera. Ayer, sólo ayer, la tauromaquia volvió a sumar un renglón más en la parte más grandiosa de su arte, en esa incuestionable verdad que se crea cuando un torero rompe las reglas de la razón y logra hacer perder el sentido a quienes ven, desde el tendido, la grandeza de formar parte de un momento mágico.
 
 
Ayer Albacete, la gran feria de septiembre, fue el escenario perfecto para que la fiesta de los toros fuera, si cabe, más grande. Toros como Pescadero son capaces de hacer una ganadería, mientras toreros como Miguel Ángel Perera son claves para que estos animales sigan creando vida. 
 
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