20170701-arevalo02
1 de julio de 2017
ARÉVALO
Feria de SAN VICTORINO
 
CORRIDA DE TOROS MIXTA 6 TOROS de
LUIS TERRón y GARCIGRANDE
Lea Viçens
Paquirri
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
PERERA INDULTA AL TORO RIFADO, DE GARCIGRANDE
 
Y ya van quince. Quince puertas abiertas a la vida plena. Quince veces entregada la gloria a la bravura grande de un toro. Quince oportunidades renovadas para que el misterio siga gestándose en la entrañas del campo. Quince milagros cumplidos en manos del toreo y de un torero, Miguel Ángel Perera. Otro indulto en su camino. Hoy, a Rifado-131, de Garcigrande. Un indulto que no es sólo el permiso para que un toro bravo vuelva al campo para seguir viviendo con la plenitud y la gloria que se ha ganado, sino que supone también darle carta de naturaleza a la pervivencia de una línea ganadera, la del toro del que como padre procede Rifado-131. Una línea de toros que se estaba agotando, como así ha reconocido el propio ganadero, Justo Hernández. Por eso este decimoquinto indulto de Perera es más, mucho más, aún más que sólo el indulto a un toro. Es la simiente de la que seguirán naciendo muchos más toros bravos.
 
Rifado ha sido un toro bueno de verdad, con mucha clase. Y Miguel Ángel lo disfrutó desde el primer instante a pesar de que le volteara cuando toreaba con el capote. Por suerte, sin consecuencias. Ni físicas ni espirituales porque Perera siguió toreando como si nada hubiera pasado sabiendo como sabía ya el poso de clase que tenía ante sí. La lidia, la forma en que la cuadrilla entera cuidó al toro, fue impecable. Como todo en la faena de muleta. Una composición de rebosante belleza siempre creciente en todo. En su ritmo, en su despaciosidad, en lo compacto del conjunto, en la forma en que el torero se arrebujó con su compañero, en la medida en que lo fue encumbrando a lo largo de una faena larga y exigente, por su duración y por su intensidad, por cómo Miguel Ángel no se cansó nunca de torear y por cómo toreó de por abajo a Rifado poniendo a prueba de verdad su bravura. Fue todo ello la materialización de esa entrega sin igual a la que se entregan un torero y un toro, un hombre y un animal, dando sentido a aquello por lo que esta ciencia llamada Tauromaquia nació un día. La petición de indulto fue cuajando a la par que la obra de Perera y Rifado se fue haciendo más y más hermosa. Y asomó ese pañuelo naranja que le abre a Rifado las puertas de la eternidad. A él y a cuanto más toros bravos nazcan después de él y del tronco del que él se convierte ahora en la raíz.
 
Mucha clase tuvo también el sexto, segundo del par de torero de Badajoz, también de Garcigrande. Un toro que se empleó con sinceridad y sin medida... hasta que la medida de su fondo claudicó. Porque no aguantó el astado el pulso que le proponía Perera al nivel de intensidad que éste imprimió. Hasta ese tirar la toalla, encajó el de Garcigrande un puñado de muletazos -especialmente plenos por el pitón izquierdo- que dejó ver a Miguel Ángel roto de verdad en la manera en que se fue detrás de su propio brazo y de su propio toreo. Se demoró con la espada y la recompensa final quedó en una cerrada ovación del público aún rebosante de esa felicidad única que es el indulto de un toro. Ya van quince a manos de Miguel Ángel Perera. Y con ellos, cuánta vida regalada...
 
 
Plaza de Toros de ARÉVALO. Dos tercios de entrada. Se lidian dos toros para rejones de LUIS TERRÓN y cuatro para lidia a pié de GARCIGRANDE. El tercero de la tarde, de nombre Rifado-131, fue indultado por Miguel Ángel Perera. 
 
Lea Viçens: oreja y silencio
Paquirri: silencio y dos orejas  
Miguel Ángel Perera: dos orejas y rabo simbólicos y ovación
 
MIGU6056.JPG MIGU6063.JPG MIGU6075.JPG MIGU6079.JPG MIGU6087.JPG MIGU6102.JPG MIGU6159.JPG MIGU6162.JPG MIGU6185.JPG MIGU6190.JPG MIGU6196.JPG MIGU6214.JPG MIGU6231.JPG MIGU6248.JPG MIGU6249.JPG MIGU6256.JPG MIGU6265.JPG MIGU6369.JPG MIGU6385.JPG MIGU6395.JPG MIGU6401.JPG MIGU6419.JPG MIGU6424.JPG MIGU6444.JPG MIGU6445.JPG MIGU6489.JPG MIGU6504.JPG MIGU6505.JPG MIGU6534.JPG
 

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1 de julio de 2017
ARÉVALO
Feria de SAN VICTORINO
 
CORRIDA DE TOROS MIXTA 6 TOROS de
LUIS TERRón y GARCIGRANDE
Lea Viçens
Paquirri
MIGUEL ÁNGEL PERERA
  
PERERA INDULTA AL TORO RIFADO, DE GARCIGRANDE
 
Y ya van quince. Quince puertas abiertas a la vida plena. Quince veces entregada la gloria a la bravura grande de un toro. Quince oportunidades renovadas para que el misterio siga gestándose en la entrañas del campo. Quince milagros cumplidos en manos del toreo y de un torero, Miguel Ángel Perera. Otro indulto en su camino. Hoy, a Rifado-131, de Garcigrande. Un indulto que no es sólo el permiso para que un toro bravo vuelva al campo para seguir viviendo con la plenitud y la gloria que se ha ganado, sino que supone también darle carta de naturaleza a la pervivencia de una línea ganadera, la del toro del que como padre procede Rifado-131. Una línea de toros que se estaba agotando, como así ha reconocido el propio ganadero, Justo Hernández. Por eso este decimoquinto indulto de Perera es más, mucho más, aún más que sólo el indulto a un toro. Es la simiente de la que seguirán naciendo muchos más toros bravos.
 
Rifado ha sido un toro bueno de verdad, con mucha clase. Y Miguel Ángel lo disfrutó desde el primer instante a pesar de que le volteara cuando toreaba con el capote. Por suerte, sin consecuencias. Ni físicas ni espirituales porque Perera siguió toreando como si nada hubiera pasado sabiendo como sabía ya el poso de clase que tenía ante sí. La lidia, la forma en que la cuadrilla entera cuidó al toro, fue impecable. Como todo en la faena de muleta. Una composición de rebosante belleza siempre creciente en todo. En su ritmo, en su despaciosidad, en lo compacto del conjunto, en la forma en que el torero se arrebujó con su compañero, en la medida en que lo fue encumbrando a lo largo de una faena larga y exigente, por su duración y por su intensidad, por cómo Miguel Ángel no se cansó nunca de torear y por cómo toreó de por abajo a Rifado poniendo a prueba de verdad su bravura. Fue todo ello la materialización de esa entrega sin igual a la que se entregan un torero y un toro, un hombre y un animal, dando sentido a aquello por lo que esta ciencia llamada Tauromaquia nació un día. La petición de indulto fue cuajando a la par que la obra de Perera y Rifado se fue haciendo más y más hermosa. Y asomó ese pañuelo naranja que le abre a Rifado las puertas de la eternidad. A él y a cuanto más toros bravos nazcan después de él y del tronco del que él se convierte ahora en la raíz.
 
Mucha clase tuvo también el sexto, segundo del par de torero de Badajoz, también de Garcigrande. Un toro que se empleó con sinceridad y sin medida... hasta que la medida de su fondo claudicó. Porque no aguantó el astado el pulso que le proponía Perera al nivel de intensidad que éste imprimió. Hasta ese tirar la toalla, encajó el de Garcigrande un puñado de muletazos -especialmente plenos por el pitón izquierdo- que dejó ver a Miguel Ángel roto de verdad en la manera en que se fue detrás de su propio brazo y de su propio toreo. Se demoró con la espada y la recompensa final quedó en una cerrada ovación del público aún rebosante de esa felicidad única que es el indulto de un toro. Ya van quince a manos de Miguel Ángel Perera. Y con ellos, cuánta vida regalada...
 
 
Plaza de Toros de ARÉVALO. Dos tercios de entrada. Se lidian dos toros para rejones de LUIS TERRÓN y cuatro para lidia a pié de GARCIGRANDE. El tercero de la tarde, de nombre Rifado-131, fue indultado por Miguel Ángel Perera. 
 
Lea Viçens: oreja y silencio
Paquirri: silencio y dos orejas  
Miguel Ángel Perera: dos orejas y rabo simbólicos y ovación
 
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