20170316-valencia02
16 de marzo de 2017
VALENCIA
Feria de FALLAS
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
VICTORIANO DEL RÍO
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Román
  
EL TRIUNFO DE LA FE
 
Ya saben el dicho aquel que afirma que "el hombre propone, Dios dispone y el toro lo descompone". Hoy Miguel Ángel Perera ha acuñado otra versión del dicho que concede al hombre también la capacidad de disponer para evitar que nada se descomponga. Hoy mandó él. Por encima de los elementos que, tan diversos, se dan en una tarde de toros. La de hoy, fácilmente se podía haber quedado en una más de no haber mediado la férrea volunta del torero de Badajoz de ser él quien impusiera el tono de la corrida. Lo hizo cuando pudo hacerlo, ante el quinto, porque el segundo se rindió mucho antes de que ni siquiera diera tiempo a plantar batalla.
 
 
Dulce-12 se llamó ese quinto. Un toro que Perera vio pronto, como siempre, y que, como siempre, cuidó con mimo y celo en los primeros tercios para que nada le quebrara su buen fondo. De ahí la suavidad con que lo lanceó con el capote. Y el tacto preciso, como siempre también, de Javier Ambel en la lidia, y la efectividad no exenta de brillantez (esto viene de serie con él) en Curro Javier al parear. Ese mismo hilo argumental lo prolongó Miguel Ángel al inicio del último tercio, inaugurado con muletazos ayudados por alto para reforzar y confiar a Dulce y evitar que se desmoronara. Lo sujetó el torero haciendo las cosas muy a su favor con esa herramienta infalible que se llama temple. Temple viene de tiempo y cuando todo en la vida discurre con su tiempo exacto, termina rompiendo en bueno. Sabía Perera del buen fondo del toro de Victoriano, aunque andara en los niveles justos de raza, lo había pulsado desde los primeros encuentros. Y cuando supo ya que éste se había hecho fuerte en sus virtudes (embestida humillada y acompasada), le exigió en muletazos largos, exactos y muy por abajo, a los que el astado correspondió con sincera entrega, yéndose detrás. Que ir detrás de donde manda Perera es ir muy detrás... La rotundidad de los derechazos de Miguel Ángel, la ligazón de las series, lo compacto de ellas de tan justas y reunidas, abrió los ojos del público de Valencia y su disposición a la hora de ver la faena, desentrañarla y saborearla. Por eso hubo conexión entre el ruedo y el tendido. Porque había enjundia en lo que pasaba, peso y poso. Estuvo el gran pilar técnico de la obra del diestro pacense en la medida, en interpretar sus tiempos, en ir por delante de lo que pasasa para que no pasara más de lo que tenía que pasar. En ese punto, Miguel Ángel compartió con el toro los terrenos que, por lógica y por física, son del bravo hasta hacerlos suyos. No es cuestión de parones ni de encimismos, no: se trata de torear y de hacerle cosas a los toros allí donde hacerlas es tan difícil. Viajó esta vez la espada entera y el público, el que nunca se equivoca porque le asiste la razón de la mayoría, pidió con fuerza las dos orejas hasta que le fueron concedida a Perera, que encontró así el justo premio a la fe.
 
 
La tuvo también en su primero que fue el segundo, Jilguero-52, hasta donde duró el vuelo de éste, que fue bien poco. Otra vez lo cuidó en los primeros tercios (brillante Javier Ambel en banderillas, por lo que se desmonteró) y también en el último. Inició la faena de muleta toreando por el pitón derecho, conduciéndolo en línea recta para también reforzarlo. Pero el depósito de la casta estaba en éste bajo mínimos y se rajó demasiado pronto. Con todo, supo ver Valencia la disposición de Miguel Ángel Perera en busca de que pasara más de lo que podía pasar. Cuestión de fe, más allá de cómo salgan las cosas en cada momento. Creer es la base de todo en la vida. Y, más tarde o más temprano, tiene premio. Es el triunfo de la fe.
 
 
Plaza de Toros de VALENCIA. Tres cuartos de entrada. Se lidian toros de VICTORIANO DEL RÍO.
 
Sebastián Castella: palmas y palmas
Miguel Ángel Perera: palmas y dos orejas  
Román: oreja y silencio
 
Se desmonteran Javier Ambel y Curro Javier tras banderillear a sus toros respectivos
 
MIGU2576.JPG MIGU2588.JPG MIGU2603.JPG MIGU2621.JPG MIGU2643.JPG MIGU2648.JPG MIGU2661.JPG MIGU2662.JPG MIGU2683.JPG MIGU2687.JPG MIGU2688.JPG MIGU2689.JPG MIGU2690.JPG MIGU2691.JPG MIGU2692.JPG MIGU2729.JPG MIGU2742.JPG MIGU2744.JPG MIGU2745.JPG MIGU2998.JPG MIGU3024.JPG MIGU3025.JPG MIGU3111.JPG MIGU3112.JPG MIGU3113.JPG MIGU3144.JPG MIGU3171.JPG MIGU3193.JPG MIGU3216.JPG MIGU3218.JPG MIGU3269.JPG MIGU3276.JPG MIGU3292.JPG
 
 

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16 de marzo de 2017
VALENCIA
Feria de FALLAS
 
CORRIDA DE TOROS 6 TOROS de
VICTORIANO DEL RÍO
Sebastián Castella
MIGUEL ÁNGEL PERERA
Román
  
EL TRIUNFO DE LA FE
 
Ya saben el dicho aquel que afirma que "el hombre propone, Dios dispone y el toro lo descompone". Hoy Miguel Ángel Perera ha acuñado otra versión del dicho que concede al hombre también la capacidad de disponer para evitar que nada se descomponga. Hoy mandó él. Por encima de los elementos que, tan diversos, se dan en una tarde de toros. La de hoy, fácilmente se podía haber quedado en una más de no haber mediado la férrea volunta del torero de Badajoz de ser él quien impusiera el tono de la corrida. Lo hizo cuando pudo hacerlo, ante el quinto, porque el segundo se rindió mucho antes de que ni siquiera diera tiempo a plantar batalla.
 
 
Dulce-12 se llamó ese quinto. Un toro que Perera vio pronto, como siempre, y que, como siempre, cuidó con mimo y celo en los primeros tercios para que nada le quebrara su buen fondo. De ahí la suavidad con que lo lanceó con el capote. Y el tacto preciso, como siempre también, de Javier Ambel en la lidia, y la efectividad no exenta de brillantez (esto viene de serie con él) en Curro Javier al parear. Ese mismo hilo argumental lo prolongó Miguel Ángel al inicio del último tercio, inaugurado con muletazos ayudados por alto para reforzar y confiar a Dulce y evitar que se desmoronara. Lo sujetó el torero haciendo las cosas muy a su favor con esa herramienta infalible que se llama temple. Temple viene de tiempo y cuando todo en la vida discurre con su tiempo exacto, termina rompiendo en bueno. Sabía Perera del buen fondo del toro de Victoriano, aunque andara en los niveles justos de raza, lo había pulsado desde los primeros encuentros. Y cuando supo ya que éste se había hecho fuerte en sus virtudes (embestida humillada y acompasada), le exigió en muletazos largos, exactos y muy por abajo, a los que el astado correspondió con sincera entrega, yéndose detrás. Que ir detrás de donde manda Perera es ir muy detrás... La rotundidad de los derechazos de Miguel Ángel, la ligazón de las series, lo compacto de ellas de tan justas y reunidas, abrió los ojos del público de Valencia y su disposición a la hora de ver la faena, desentrañarla y saborearla. Por eso hubo conexión entre el ruedo y el tendido. Porque había enjundia en lo que pasaba, peso y poso. Estuvo el gran pilar técnico de la obra del diestro pacense en la medida, en interpretar sus tiempos, en ir por delante de lo que pasasa para que no pasara más de lo que tenía que pasar. En ese punto, Miguel Ángel compartió con el toro los terrenos que, por lógica y por física, son del bravo hasta hacerlos suyos. No es cuestión de parones ni de encimismos, no: se trata de torear y de hacerle cosas a los toros allí donde hacerlas es tan difícil. Viajó esta vez la espada entera y el público, el que nunca se equivoca porque le asiste la razón de la mayoría, pidió con fuerza las dos orejas hasta que le fueron concedida a Perera, que encontró así el justo premio a la fe.
 
 
La tuvo también en su primero que fue el segundo, Jilguero-52, hasta donde duró el vuelo de éste, que fue bien poco. Otra vez lo cuidó en los primeros tercios (brillante Javier Ambel en banderillas, por lo que se desmonteró) y también en el último. Inició la faena de muleta toreando por el pitón derecho, conduciéndolo en línea recta para también reforzarlo. Pero el depósito de la casta estaba en éste bajo mínimos y se rajó demasiado pronto. Con todo, supo ver Valencia la disposición de Miguel Ángel Perera en busca de que pasara más de lo que podía pasar. Cuestión de fe, más allá de cómo salgan las cosas en cada momento. Creer es la base de todo en la vida. Y, más tarde o más temprano, tiene premio. Es el triunfo de la fe.
 
 
Plaza de Toros de VALENCIA. Tres cuartos de entrada. Se lidian toros de VICTORIANO DEL RÍO.
 
Sebastián Castella: palmas y palmas
Miguel Ángel Perera: palmas y dos orejas  
Román: oreja y silencio
 
Se desmonteran Javier Ambel y Curro Javier tras banderillear a sus toros respectivos
 
MIGU2576.JPG MIGU2588.JPG MIGU2603.JPG MIGU2621.JPG MIGU2643.JPG MIGU2648.JPG MIGU2661.JPG MIGU2662.JPG MIGU2683.JPG MIGU2687.JPG MIGU2688.JPG MIGU2689.JPG MIGU2690.JPG MIGU2691.JPG MIGU2692.JPG MIGU2729.JPG MIGU2742.JPG MIGU2744.JPG MIGU2745.JPG MIGU2998.JPG MIGU3024.JPG MIGU3025.JPG MIGU3111.JPG MIGU3112.JPG MIGU3113.JPG MIGU3144.JPG MIGU3171.JPG MIGU3193.JPG MIGU3216.JPG MIGU3218.JPG MIGU3269.JPG MIGU3276.JPG MIGU3292.JPG
 
 
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