Segunda de las comparecencias de Perera en la Monumental de Aguascalientes. Tras la corrida del pasado lunes, los hidrocálidos quedaron con ganas de volver a ver al extremeño, que no defraudó. Dos grandes faenas a un lote que no regaló embestidas han dejado el aval de torero macizo. 

 

El que rompió plaza fue un toro de lámina. Cogió bien los vuelos de las verónicas que interpretó Perera, y salió un poco acalambrado de cuartos traseros tras el saludo capotero. Por increíble que parezca, la presidencia decidió echarlo para atrás, ante el estupor de todos, antes siquiera de que salieran los picadores. En su lugar saltó al ruedo otro astado de la ganadería titular, que no quiso saber mucho en los dos primeros tercios, y que puso en apuros en el de banderillas.

 

Sin embargo, Perera supo elaborar una faena de mucho peso. El inicio de faena fue por alto en los adentros, para irse sacándolo hasta los medios, donde remató con un cambio por la espalda y un trincherazo. En un palmo de terreno dio tandas de derechazos de mucha ligazón. Poco a poco, el toro -que fue muy manso-, se fue yendo a tablas, y al natural, Perera pintó naturales limpísimos y a cámara lenta. El epílogo fue exsquisito, con remates de mucho gusto. Lástima el pinchazo que antecedió a una estocada defectuosa. No obstante, el respetable pidió la oreja, aunque no de manera unánime, y el premio quedó en una sonora ovación que el diestro saludó desde el tercio. 

 

Con el quinto Perera también se lució con el capote, estirándose por verónicas mecidas. El inicio de faena, en el centro del redondel, fue por pases cambiados por la espalda, tres, que remató con dos pases de pecho y uno del desdén. El de Quirós, al que no le sobraron las fuerzas, no fue justo enemigo para tamaño torero, que tuvo que hacer un toreo a media altura para que el animal no besara el suelo. Perera anduvo sobrado, dando unas tandas de derechazos en redondo magistrales, con el hocico del animal queriéndose comer las telas a las que el torero no le dejaba llegar gracias a su magistral concepto del temple. Estocada casi entera. 

 

Segunda de las comparecencias de Perera en la Monumental de Aguascalientes. Tras la corrida del pasado lunes, los hidrocálidos quedaron con ganas de volver a ver al extremeño, que no defraudó. Dos grandes faenas a un lote que no regaló embestidas han dejado el aval de torero macizo. 

 

El que rompió plaza fue un toro de lámina. Cogió bien los vuelos de las verónicas que interpretó Perera, y salió un poco acalambrado de cuartos traseros tras el saludo capotero. Por increíble que parezca, la presidencia decidió echarlo para atrás, ante el estupor de todos, antes siquiera de que salieran los picadores. En su lugar saltó al ruedo otro astado de la ganadería titular, que no quiso saber mucho en los dos primeros tercios, y que puso en apuros en el de banderillas.

 

Sin embargo, Perera supo elaborar una faena de mucho peso. El inicio de faena fue por alto en los adentros, para irse sacándolo hasta los medios, donde remató con un cambio por la espalda y un trincherazo. En un palmo de terreno dio tandas de derechazos de mucha ligazón. Poco a poco, el toro -que fue muy manso-, se fue yendo a tablas, y al natural, Perera pintó naturales limpísimos y a cámara lenta. El epílogo fue exsquisito, con remates de mucho gusto. Lástima el pinchazo que antecedió a una estocada defectuosa. No obstante, el respetable pidió la oreja, aunque no de manera unánime, y el premio quedó en una sonora ovación que el diestro saludó desde el tercio. 

 

Con el quinto Perera también se lució con el capote, estirándose por verónicas mecidas. El inicio de faena, en el centro del redondel, fue por pases cambiados por la espalda, tres, que remató con dos pases de pecho y uno del desdén. El de Quirós, al que no le sobraron las fuerzas, no fue justo enemigo para tamaño torero, que tuvo que hacer un toreo a media altura para que el animal no besara el suelo. Perera anduvo sobrado, dando unas tandas de derechazos en redondo magistrales, con el hocico del animal queriéndose comer las telas a las que el torero no le dejaba llegar gracias a su magistral concepto del temple. Estocada casi entera.