SOPOR EN LA MAESTRANZA
Ganas. Hubo muchas ganas y nulo material. Fue Perera el torero de la emoción, pues a los dos toros los recibió a portagayola. Quiso inventar, hacer y torear, pero si difícil lo puso el segundo de la tarde, nulas fueron las posibilidades con el quinto.
Anduvo el torero muy sentido con el capote en el primero de su lote; echó bien los vuelos toreando a la verónica, y remató con una media preciosa. Escasito de fuerza, Perera quiso que se lo dejaran crudo en el caballo. Tuvo el del Pilar una embestida noble, y fue mejor por el pitón derecho, hasta que se puso andarín. Sin duda, la faena tuvo mérito, y así lo reconoció el público, que le obligó a saludar una ovación.
El sexto fue un toro más pesado que una mosca, pues tuvo una embestida pegajosa. No obstante, hubo una tanda magistral, en la que Perera clavó los pies al suelo, para hacer toreo de cintura y muñeca, pasándose al toro por los muslos por el pitón derecho, vaciarlo, poner la muleta del revés, y llevarse al toro al otro lado por el izquierdo. Valor, mucho valor puso el torero, quien, desesperado por la falta de raza del toro, tuvo que coger la espada.
SOPOR EN LA MAESTRANZA
Ganas. Hubo muchas ganas y nulo material. Fue Perera el torero de la emoción, pues a los dos toros los recibió a portagayola. Quiso inventar, hacer y torear, pero si difícil lo puso el segundo de la tarde, nulas fueron las posibilidades con el quinto.
Anduvo el torero muy sentido con el capote en el primero de su lote; echó bien los vuelos toreando a la verónica, y remató con una media preciosa. Escasito de fuerza, Perera quiso que se lo dejaran crudo en el caballo. Tuvo el del Pilar una embestida noble, y fue mejor por el pitón derecho, hasta que se puso andarín. Sin duda, la faena tuvo mérito, y así lo reconoció el público, que le obligó a saludar una ovación.
El sexto fue un toro más pesado que una mosca, pues tuvo una embestida pegajosa. No obstante, hubo una tanda magistral, en la que Perera clavó los pies al suelo, para hacer toreo de cintura y muñeca, pasándose al toro por los muslos por el pitón derecho, vaciarlo, poner la muleta del revés, y llevarse al toro al otro lado por el izquierdo. Valor, mucho valor puso el torero, quien, desesperado por la falta de raza del toro, tuvo que coger la espada.