MIGUEL ÁNGEL PERERA INDULTA A OJERIZO-58
Hay tardes de toros que, desde que arrancan, destilan una irrefrenable sensación de que tienen dueño. Un torero, que le pone nombre y apellidos. Que se apodera de ella, que manda en ella, que la hace suya. Tardes predestinadas a ser marco de grandes acontecimientos. Como ésta de hoy en la calurosa Cabra, una tarde de verano en plena primavera que se apegó desde el paseíllo al brllo de la mirada de Miguel Ángel Perera y que en el brillo de su mirada se fue con él al tiempo que él paseaba el brillo de su mirada, que era la consecuencia de una tarde de plenitud, en la línea en la que ha comenzado esta temporada de 2017. Y es que nada llena más a un torero que ver a un toro al que se ha medido en buena lid regresar con todos los honores por la misma puerta a la que salió a la plaza. Es el signo del indulto, la satisfacción mayor para un torero. Por eso el brillo en la mirada de Miguel Ángel mientras que, desde los medios del ruedo de Cabra, veía volver a la vida a Ojerizo-58, el toro de Luis Algarra que hoy le regaló tanta bravura y tanta clase. A decir verdad, en la línea del conjunto entero de una corrida para recordar y para valorar.
Si una palabra define la condición de Ojerizo-58, ésa es, como queda dicho, clase. La clase que es el sumando de la nobleza, la entrega, la prontitud, la fijeza, la movilidad, el ritmo... En definitiva, la bravura. Fue un toro realmente completo, para disfrutarlo como lo hizo Perera desde que se abriera con el capote para recibirlo con verónicas hundidas, acompasadas, de suerte cargada y, ya entonces, muy templadas. Vio enseguida el torero al toro y, como de costumbre en él, lo cuidó y lo mimó para maximizar luego sus prestaciones en el núcleo de la faena de muleta, que inició con pases cambiados por la espalda, citando al de Algarra muy de lejos para dejárselo llegar y sólo mostrarle la franela en el último instante, sin rectificar su posición Miguel Ángel, tirando al aire la moneda de la suerte. Respondió el cuatreño a los envites del diestro y lo hizo con alegría, galopando y con prontitud para venirse, irse y volver siempre entregado, buscando por abajo la bamba de la muleta y yéndose tan largo como largo se venía. Material, pues, propicio, para el toreo exigente de Perera. Exigente por el metraje de los muletazos, por dónde empiezan éstos y por dónde terminan. Exigente por lo despacio que los ejecuta, como reteniendo la duración de la embestida para que dure más. Hay fotografías en la galería de Miguel López que muestran mejor que todas las palabras cómo de humillado embistió Ojerizo-58 y cómo de lejos se fue tras el trazo mandón de Perera, que prolongó su viaje hasta lo más que dan, no ya sólo los brazos, sino la yema de los dedos. Surgían las series por ambos pitones con una hondura y una ligazón que entusiasmaron al público, muy metido en la faena de Miguel Ángel porque no podía ser de otra manera. No tardó en emerger la petición del indulto. Ni en aumentar conforme que el torero seguía toreando, elevando el tono de su obra, convirtiendo ya en ese tramo final su cuerpo en un eje pétreo en el que se enrollaba la bravura del toro sin levantar nunca la mirada del suelo de tanta entrega, a la par que lo pasaba por ambos pitones, al natural por los dos lados, sin ayuda ya, sumergido por entero en una bellísima espiral de toreo. Asomó en el balcón del palco el bendito pañuelo naranja que le abría a Ojeriza las puertas de la libertad y a Perera, las de esa plenitud que, como queda dicho, se prendió en el brillo de su mirada.
Ya antes en el primero, otro buen toro al que sólo le faltó durar algo más, dio Perera un notable recital de toreo al ralentí, muy despacio, sobre todo, por el lado izquierdo, aprovechando el ritmo natural de pura seda del ejemplar de Algarra, de mucha clase también y de más nobleza. Como duró menos, se lo cosió el diestro extremeño a la cintura para pasárselo en derredor una y otra vez, poniendo su cuerpo como argumento, y sus muñecas como la varita mágica que multiplicaban, como los panes y los peces, las embestidas del cuatreño. Cobró una excelente estocada y se aseguró la cuarta salida a hombros en las cinco tardes que lleva de temporada en España. No es sólo un dato. Ya lo verán...
Plaza de Toros de CABRA. Media entrada. Se lidian toros de LUIS ALGARRA. El cuarto de la tarde, de nombre Ojerizo-58, fue indultado por Miguel Ángel Perera.
Miguel Ángel Perera: dos orejas y dos orejas y rabo
Cayetano: ovación y oreja.
Joaquín Galdós: vuelta y oreja