Por una cosa o por otra, no encontró Miguel Ángel Perera la correspondencia que esperaba para brillar como soñaba en su regreso a la Monumental Plaza México. Por una cosa u otra que fueron, respectivamente, la insuficiente duración de su noble primer toro y la nula condición del segundo, un sobrero también de Julián Hamdan. El primero, Don Rafael-42 de nombre, tuvo calidad y mucha nobleza, lo que el torero de Badajoz aprovechó para dejar retazos de la vuelta de tornillo que sigue dando a su concepto en busca de torear cada vez más despacio. El segundo, Con Gratitud-67, fue, en cambio, un desagradecido que no supo estar a la altura de lo que Perera qu¡so para él. Al menos, esto fue transparente como el agua y la México entendió, valoró y reconoció que Miguel Ángel había venido como ella merece. 

 

Duró poco el primero y Miguel Ángel Perera sabía que así sería desde que lo saludó con el capote, por eso lo cuidó tanto en cada uno de los tercios. En el de banderillas, se desmonteró Curro Javier tras dejar un sobresaliente y comprometido segundo par, por los adentros y hacia tablas, en el que primaron el ajuste y la exposición. La mejor virtud del toro fue la nobleza y el ritmo, lo que permitió a Perera torearlo muy despacio desde que se abrió con la capa, ya en el recibo, ya en el quite posterior. Planteó Miguel Ángel la faena en sus primeros compases para ayudar al toro de Julián Hamdan a afianzarse en su buena condición, toreándolo a su favor. Todo muy templado, sin afligirle. Una vez logrado, le reclamó entonces correspondencia y entrega en muletazos siempre lentos y cada vez más largos y hondos. Cupo la ligazón en las primeras tandas y necesariamente desapareció conforme el astado se fue apagando, pero no por ello perdió poso el conjunto, ya que, dar ese tiempo preciso entre pase y pase, formó parte del valor de lo realizado por el torero. Le costó más al cuatreño desplazarse por el pitón izquierdo, pero aún así le arrancó Miguel Ángel varios muletazos al paso de lo despacio que surgieron. Jaleó con eco ronco el público de la México lo hecho por Perera, que finalizó su primera actuación acortando las distancias todo lo posible y metiéndose entre los pitones del ejemplar de Hamdan. Recetó media estocada en buen sitio que resultó suficiente. La petición de oreja fue notable y creciente, pero el palco reaccionó remiso. Esto no hizo sino aumentar el clamor de la vuelta al ruedo que el propio público le invitó a dar. 

 

Ninguna opción tuvo ante el sobrero que hizo cuarto, una vez que fue devuelto el titular. Del mismo hierro, fue un toro siempre incierto que se rindió enseguida y que llegó a la muleta de Miguel Ángel sin alma y sin celo. Ello se tradujo en una falta de entrega y de clase total, ya que el de Hamdan apenas pasaba andando y con la cara por las nubes ante la franela del diestro extremeño. Sólo le dejó mostrar las credenciales de su disposición y actitud en el inicio de faena, clavado en los medios y con pases cambiados por la espalda. Por eso, porque su actitud fue indudable, el público de la México premió con aplausos a Perera al término de su actuación.

Por una cosa o por otra, no encontró Miguel Ángel Perera la correspondencia que esperaba para brillar como soñaba en su regreso a la Monumental Plaza México. Por una cosa u otra que fueron, respectivamente, la insuficiente duración de su noble primer toro y la nula condición del segundo, un sobrero también de Julián Hamdan. El primero, Don Rafael-42 de nombre, tuvo calidad y mucha nobleza, lo que el torero de Badajoz aprovechó para dejar retazos de la vuelta de tornillo que sigue dando a su concepto en busca de torear cada vez más despacio. El segundo, Con Gratitud-67, fue, en cambio, un desagradecido que no supo estar a la altura de lo que Perera qu¡so para él. Al menos, esto fue transparente como el agua y la México entendió, valoró y reconoció que Miguel Ángel había venido como ella merece. 

 

Duró poco el primero y Miguel Ángel Perera sabía que así sería desde que lo saludó con el capote, por eso lo cuidó tanto en cada uno de los tercios. En el de banderillas, se desmonteró Curro Javier tras dejar un sobresaliente y comprometido segundo par, por los adentros y hacia tablas, en el que primaron el ajuste y la exposición. La mejor virtud del toro fue la nobleza y el ritmo, lo que permitió a Perera torearlo muy despacio desde que se abrió con la capa, ya en el recibo, ya en el quite posterior. Planteó Miguel Ángel la faena en sus primeros compases para ayudar al toro de Julián Hamdan a afianzarse en su buena condición, toreándolo a su favor. Todo muy templado, sin afligirle. Una vez logrado, le reclamó entonces correspondencia y entrega en muletazos siempre lentos y cada vez más largos y hondos. Cupo la ligazón en las primeras tandas y necesariamente desapareció conforme el astado se fue apagando, pero no por ello perdió poso el conjunto, ya que, dar ese tiempo preciso entre pase y pase, formó parte del valor de lo realizado por el torero. Le costó más al cuatreño desplazarse por el pitón izquierdo, pero aún así le arrancó Miguel Ángel varios muletazos al paso de lo despacio que surgieron. Jaleó con eco ronco el público de la México lo hecho por Perera, que finalizó su primera actuación acortando las distancias todo lo posible y metiéndose entre los pitones del ejemplar de Hamdan. Recetó media estocada en buen sitio que resultó suficiente. La petición de oreja fue notable y creciente, pero el palco reaccionó remiso. Esto no hizo sino aumentar el clamor de la vuelta al ruedo que el propio público le invitó a dar. 

 

Ninguna opción tuvo ante el sobrero que hizo cuarto, una vez que fue devuelto el titular. Del mismo hierro, fue un toro siempre incierto que se rindió enseguida y que llegó a la muleta de Miguel Ángel sin alma y sin celo. Ello se tradujo en una falta de entrega y de clase total, ya que el de Hamdan apenas pasaba andando y con la cara por las nubes ante la franela del diestro extremeño. Sólo le dejó mostrar las credenciales de su disposición y actitud en el inicio de faena, clavado en los medios y con pases cambiados por la espalda. Por eso, porque su actitud fue indudable, el público de la México premió con aplausos a Perera al término de su actuación.